Corcho y rosca… Cata en Vila Viçosa, Portugal.

1 02 2012

Hace tiempo ya que no escribo nada, y por suerte, algunos grandes vinos me han inspirado algunos comentarios, sobre todo el conjunto de una cata de vinos portugueses, algunos excepcionales, dos vinos de Jerez, y os comento…

El nivel general de la cata fue malo a nivel de corchos, algunos podridos, aromas desviados y algún vino ya muerto… Y es esto lo que me hace escribir.

Tantos vinos de los años 60, 70 y 80 ya estropeados por un corcho también estropeado…
Aunque soy un amante del corcho, esto me hace pensar, y por qué no, en probar la rosca. Si me pudieran demostrar que la rosca no hará desarrollar el vino de una manera distinta, la utilizaría ya desde mañana, porque me ha pasado, como a cualquier aficionado del vino, que tras abrir una botella guardada en bodega por años, y habiendo pagado por ella un precio , después de abrirla, tiene un problema de corcho, o una fuga, un mal olor y esto es terrible, un disgusto…

Así que sí, a mi me encanta el corcho, el pequeño ruido al abrir una botella, un corcho bonito, macizo y natural, como los que yo compro, en los que invierto mucho, pero considero la rosca y quizás algún día haré pruebas al respecto. De hecho, algunos países ya la han adoptado desde hace tiempo, y habiendo probado algunos blancos australianos, suizos, de ocho o diez años que continuaban frescos, netos y sin maldito problema de corcho: !Qué gusto! Por supuesto, eran grandes vinos, no basura industrial.

Los dos vinos excepcionales a los que me refería y que tuve la suerte de probar:

Quinta do Noval 1880, botella de un amigo portugués, que tuvo la delicadeza y gran detalle de invitarme a probar algo tan increíble…
Botella que consiguió en una subasta a un precio irrisorio, teniendo en cuenta la calidad e importancia de semejante producto y semejante bodega, de años tan atrasados.
Se abrió la botella y el vino sí estaba vivo, complejo en nariz, muy complejo en boca, con unos aromas a regaliz, a ciruela, magnífico e increíble.

Probamos también un amontillado, un Jerez de Mackensy de 1900, con un corcho también muy problemático de sacar, con un cuello de botella muy curioso. Un vino excepcional, neto a nivel aromático, que se desarrolló tras abrirlo, después de un rato. Con aromas a mandarina, a naranja amarga, a uvas pasas e higos… Complejo y bonito.

Para mi, vinos difíciles de explicar, ya que uno se queda con la boca abierta y el cerebro divagando, probando cosas que no son ni de nuestro siglo, ni del anterior…